sábado, 10 de octubre de 2020

 LAS ENCUESTAS Y LA CEGUERA DE TODOS EN CONTRA

Hay diversas posiciones entorno al uso y la utilidad de las encuestas de carácter electoral. Credibilidad puesta en duda a partir de situaciones que van desde sesgos a favor o en contra de determinadas candidaturas, pero principalmente porque la mayoría de las encuestas presentaron estimaciones que estuvieron alejadas de los resultados finales del acto electoral (2019). Muy pocas de las encuestas reflejan proximidad a los datos finales.

Desde el 6 de septiembre al 9 de octubre tuvimos la oportunidad de ver y analizar las encuestas presentadas por seis empresas/entidades (CIESMORI, MERCADOS Y MUESTRAS, JUBILEO, FOCALIZA e IPSOS). La secuencia temporal y estimaciones cuantitativas no presentan grandes diferencias como las que pudimos observar en la gestión 2019.

Las elecciones del próximo 18 de octubre es el escenario de iniciar la atención de dos prioridades nacionales en un momento vital. La primera, de transición en el mediano a largo plazo con las posibles salidas de renovación o restauración. La segunda, de resolución inmediata de reactivar la economía, el empleo e ingresos, y estabilidad política. Desafíos que en el lapso de un año fue agravado por la ineficiente y pésima gestión pública manchada de corrupción del malogrado gobierno de transición.

La presencia de una manifiesta cruzada de gran parte de analistas, periodistas, comunicadores y la mayoría de los medios de comunicación social por amplificar voces en contra del Movimiento al Socialismo (MAS), soslaya que la población reconoce los zigzagueos de muchos de ellos. Fue casi unánime que ellos apoyaron al gobierno de Jeanine Añez, y tras conocerse los hechos de corrupción rápidamente tomaron distancia y una posición crítica; y en la recta final de las elecciones se enfilan alrededor de la candidatura con mayores posibilidades para enfrentar al MAS. Para muchos de ellos no prima otras razones sino la de ir en contra del MAS, cegándose ante el hecho que más del 40% de la población no variará su opción política.   

Estamos a 38 años de la recuperación de la democracia (10 de octubre 1982), y hemos avanzado bastante. La sociedad boliviana enfrentó momentos difíciles y optó por salidas institucionales enmarcadas por la nueva Constitución Política del Estado. El tránsito por la democracia representativa, participativa e intercultural con inclusión y equidad social y política es el horizonte por el cual recorrerá el país.

Por ello, muchas de las voces que intentan forzar una unidad en el campo de las oposiciones al MAS será infructífera y poco democrática. Además de desconocer lo evidente e invariable que más del 40% de la población boliviana difícilmente dejará de apoyar al MAS éste 18 de octubre. Continuará apoyando en las próximas elecciones subnacionales y proseguirá por un buen tiempo en el escenario político del país.  

Como uno de los criterios de análisis, es oportuno recordar los resultados finales de las elecciones generales del pasado 20 de octubre de 2019, ellos muestran que la alianza de Comunidad Ciudadana llegó a una votación de 36.83%, y el Movimiento al Socialismo alcanzó el 46.64% (lo cual pone en duda la tesis del fraude). La tendencia actual y las estimaciones de las encuestas nos muestra que es casi probable alcanzar y rebasar los resultados del 2019 (en el caso del MAS y Comunidad Ciudadana). Ello es así en la medida que los votos nulos, blancos, secretos y no sabe/no responde oscilan entre el 19% y 21%. De éste caudal de votación aproximadamente el 5% se mantendrá en voto nulo y voto blanco (el 2019 fue 5.04%), lo cual deja que aproximadamente el 16% (indecisos) se distribuirá entre las principales candidaturas (Arce, Mesa y Camacho).

Lo más probable es que la distribución mayoritaria de los “indecisos” apostará por las principales candidaturas (Arce y Mesa). Por tanto, la motivación de la decisión final del voto “indeciso” tendrá como telón de fondo la fuerte incidencia de encontrar respuestas creíbles de reactivar la economía, el empleo e ingresos, la crisis de salud,  la estabilidad social y política (incluido los componentes identitario y antecedentes de las principales candidaturas). 

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