LAS ENCUESTAS Y LA CEGUERA DE TODOS EN CONTRA
Hay diversas
posiciones entorno al uso y la utilidad de las encuestas de carácter electoral.
Credibilidad puesta en duda a partir de situaciones que van desde sesgos a
favor o en contra de determinadas candidaturas, pero principalmente porque la
mayoría de las encuestas presentaron estimaciones que estuvieron alejadas de los
resultados finales del acto electoral (2019). Muy pocas de las encuestas reflejan
proximidad a los datos finales.
Desde el 6
de septiembre al 9 de octubre tuvimos la oportunidad de ver y analizar las encuestas
presentadas por seis empresas/entidades (CIESMORI, MERCADOS Y MUESTRAS, JUBILEO,
FOCALIZA e IPSOS). La secuencia temporal y estimaciones cuantitativas no
presentan grandes diferencias como las que pudimos observar en la gestión 2019.
Las
elecciones del próximo 18 de octubre es el escenario de iniciar la atención de dos
prioridades nacionales en un momento vital. La primera, de transición en el mediano
a largo plazo con las posibles salidas de renovación o restauración. La
segunda, de resolución inmediata de reactivar la economía, el empleo e ingresos,
y estabilidad política. Desafíos que en el lapso de un año fue agravado por la
ineficiente y pésima gestión pública manchada de corrupción del malogrado
gobierno de transición.
La presencia
de una manifiesta cruzada de gran parte de analistas, periodistas,
comunicadores y la mayoría de los medios de comunicación social por amplificar
voces en contra del Movimiento al Socialismo (MAS), soslaya que la población
reconoce los zigzagueos de muchos de ellos. Fue casi unánime que ellos apoyaron
al gobierno de Jeanine Añez, y tras conocerse los hechos de corrupción
rápidamente tomaron distancia y una posición crítica; y en la recta final de
las elecciones se enfilan alrededor de la candidatura con mayores posibilidades
para enfrentar al MAS. Para muchos de ellos no prima otras razones sino la de ir
en contra del MAS, cegándose ante el hecho que más del 40% de la población no
variará su opción política.
Estamos a 38
años de la recuperación de la democracia (10 de octubre 1982), y hemos avanzado
bastante. La sociedad boliviana enfrentó momentos difíciles y optó por salidas
institucionales enmarcadas por la nueva Constitución Política del Estado. El
tránsito por la democracia representativa, participativa e intercultural con inclusión
y equidad social y política es el horizonte por el cual recorrerá el país.
Por ello,
muchas de las voces que intentan forzar una unidad en el campo de las
oposiciones al MAS será infructífera y poco democrática. Además de desconocer lo
evidente e invariable que más del 40% de la población boliviana difícilmente
dejará de apoyar al MAS éste 18 de octubre. Continuará apoyando en las próximas
elecciones subnacionales y proseguirá por un buen tiempo en el escenario
político del país.
Lo más probable es que la distribución mayoritaria de los “indecisos” apostará por las principales candidaturas (Arce y Mesa). Por tanto, la motivación de la decisión final del voto “indeciso” tendrá como telón de fondo la fuerte incidencia de encontrar respuestas creíbles de reactivar la economía, el empleo e ingresos, la crisis de salud, la estabilidad social y política (incluido los componentes identitario y antecedentes de las principales candidaturas).
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